lunes, 27 de diciembre de 2010

CÉSAR VALLEJO


Cèsar Vallejo.
 César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco, Perú, 16 de marzo de 1892 - París, 15 de abril de 1938), poeta y escritor[1] peruano considerado entre los más grandes innovadores de la poesía del siglo XX. Fue, en opinión del crítico Thomas Merton, "el más grande poeta universal después de Dante", palabras que no añaden nada al enorme legado del poeta del "dolor humano", quien revolucionó la forma y el fondo de sentir y escribir poéticamente. En Trujillo se asoció con la llamada “bohemia trujillana”, círculo de intelectuales que más tarde sería conocido como el Grupo Norte. Este núcleo estuvo conformado por Antenor Orrego, José Eulogio Garrido, Alcides Spelucín, Víctor Raúl Haya de la Torre, Juan Espejo Asturrizaga, entre otros. En la capital Vallejo se vinculó con escritores e intelectuales como Abraham Valdelomar y su grupo Colónida, José Carlos Mariátegui, Luis Alberto Sánchez, Manuel González Prada, José María Eguren y Juan Parra del Riego. Fue en Lima donde publicó sus dos primeros poemarios: Los heraldos negros (1918), que reúne poesías que si bien en el aspecto formal son todavía de filiación modernista, constituyen a la vez el comienzo de la búsqueda de una diferenciación expresiva; y Trilce (1922), obra que significa ya la creación de un lenguaje poético muy personal, coincidiendo con la irrupción del vanguardismo a nivel mundial. En 1923 dio a la prensa su primera obra narrativa: Escalas melografiadas, colección de estampas y relatos, algunos ya vanguardistas. Ese mismo año partió hacia Europa, para no volver más a su patria. Hasta su muerte residió mayormente en París, con algunas breves estancias en Madrid y en otras ciudades europeas en las que estuvo de paso. Vivió del periodismo[2] complementado con trabajos de traducción y docencia. En esta última etapa de su vida no publicó libros de poesía, aunque escribió una serie de poemas que serían publicados póstumamente. Publicó en cambio, libros en prosa: la novela proletaria o indigenista El tungsteno (Madrid, 1931) y el libro de crónicas Rusia en 1931 (Madrid, 1931). Por entonces escribió también su más famoso cuento, "Paco Yunque", que fue publicado años después de su muerte. Sus poemas póstumos fueron agrupados en dos poemarios: Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz, publicados en 1939 gracias al empeño de su viuda, Georgette Vallejo. La poesía reunida en estos últimos poemarios es de corte social, con esporádicas tomas de posición ideológicas profundamente humana. Para muchos críticos, los “poemas humanos” constituyen lo mejor de su producción poética, que lo han hecho merecedor del calificativo de “poeta universal”.
En 1936, al estallar la Guerra Civil Española, colabora con mucho fervor en la fundación del “Comité Iberoamericano para la Defensa de la República Española” y de su vocero, el boletín Nueva España. Le acompaña en esa labor Pablo Neruda. En diciembre de dicho año viaja por unos días a España, pasando por Barcelona y Madrid, preocupado por el desarrollo de los acontecimientos. En julio de 1937 vuelve por última vez a España para asistir al “Congreso Internacional de Escritores Antifascistas”. Visita Barcelona, Valencia, Jaén y el frente en Madrid. De vuelta a París, es elegido secretario de la sección peruana de la "Asociación Internacional de Escritores". Entre septiembre y noviembre de 1937 escribe sus últimas composiciones líricas de Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz; así como el drama de tema incaico La piedra cansada.
A inicios de 1938 se encuentra trabajando en París como profesor de Lengua y Literatura, pero en marzo sufre de agotamiento físico. El día 24 de marzo es internado por una enfermedad desconocida (después se supo que fue la reactivación de un antiguo paludismo que sufrió de niño) y entra en crisis el 7 y el 8 de abril. Fallece el 15 de abril del '38, un viernes santo con llovizna en París, pero no un jueves, como se cree que vaticinó en un poema suyo ("Piedra negra sobre una piedra blanca"). Se le realiza un embalsamamiento. Su elogio fúnebre estuvo a cargo del poeta francés Louis Aragon. El 19 de abril sus restos son trasladados a la Mansión de la Cultura y más tarde al cementerio de Montrouge. El 3 de abril de 1970, Georgette Vallejo, cumple uno de los sueños más caros del poeta y traslada sus restos al cementerio de Montparnasse, escribiendo en su epitafio:
He nevado tanto para que duermas.

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